domingo, 31 de enero de 2010

Una cobra no me mordió por centímetros

Estoy en Ipoh, a dos días de Kuala Lumpur. El tiempo ha mejorado bastante pero yo estoy muy cansado. He pasado una infección de estomago encima de la bici. La comida en la carretera carece de cualquier medida de higiene. No tienen luz, por lo tanto no tienen frigoríficos y uno no sabe lo que come. Pero tienes que comer y comer mucho en un viaje tan largo como el que yo estoy embarcado. Quemas muchas calorías. He adelgazado mucho en poco tiempo y la infección de estomago no ha ayudado a que mi cuerpo se reponga del esfuerzo que realizas a diario. Ahora llevo tres días con antibióticos que llevaba en las cartucheras. Parece que estoy mucho mejor. No puedo dejarlo ahora. Me falta muy poco para conseguir terminar esta carrera a ninguna parte. Ahora no voy a abandonar... En Kuala Lumpur intentaré descansar un par de días antes de pasar a Singapur...

Aquí en Malasia las cosas son caras, los hoteles son pocos por la zona por donde yo estoy pasando y no bajan de veinte euros. Pensaba a la vuelta pasar por Langkawi y estar dos o tres días pero no sé cómo va a estar mi economía después de terminar este viaje. Por lo tanto mejor no hago planes…

Lo cierto que Malasia me ha sorprendido: de Asia, en lo que voy viendo de los países que he visitado, es uno de los mas limpios y menos corruptos. A parte de tener unas carreteras super cuidadas, son muy atentos, tanto la policía de carretera como la gente en general… Los malayos son una mezcla de razas: hay vietnamitas, chinos, hindúes un montón, después una mezcla entre tailandeses con rasgos árabes. Aquí se encuentran de todas las religiones. Desde la carretera he visto iglesias cristianas, luteranas que no se lo que son, templos budistas y sobre todo mezquitas y parece que todos conviven en armonía.

Ayer por la tarde una cobra me dio un susto que no me tiró de la bici de milagro. No la vi hasta estar casi encima. Estaba con la cabeza levantada, al pasar me tiró el zarpazo. No me mordió por centímetros. Normalmente siempre voy alerta porque veo bastantes, sobre todo al atardecer, que están cogiendo el calor del asfalto en la orillita, camufladas entre las hojas secas que caen de los árboles. Cuando veo alguna que cruza la carretera me paro a cierta distancia porque estos bichos tienen muy mal carácter. Por eso digo que uno no puede perder la concentración, porque cuando mas confiado vas, salta la liebre.

Bueno en otro momento escribiré un poco más. Ahora me voy a descansar, hoy he terminado la bici a las tres de la tarde y estoy en un hotel al lado de la carretera. He hecho ciento dieciséis kilómetros: no es mucho pero estoy muy cansado, ayer no dormí mucho, la cama no era muy cómoda.

No hay comentarios: