jueves, 17 de noviembre de 2011

Muay tay, una forma de curar mi irritación

En la tribu las cosas van bien: las tres chicas más guapas trabajan en un karaoke, las dos casadas en una obra con sus respectivos maridos, Muna en una recepción y su ex marido de taxi moto, o sea que hay dinero y cuando eso ocurre se come cinco veces diarias. Yo hago un poco de bici por no forzar la rodilla para reservarla para Borneo, o sea que estoy cogiendo unos kilos demás, no sé si por el efecto de los medicamentos de cuando me mordió la serpiente… El caso es que estaba muy irritado, sin motivos, digo estaba porque ya no lo estoy, para que veáis como son las cosas… El caso es que cerca de aquí hay una escuela de muay tay y cogí los guantes y fui a entrenar un poco y con el chaval que me pusieron me pasé dándole mas fuerte de lo que el entrenamiento requería. El caso es que cuando el tío se cansó de darme patadas y hostias me bajé del ring mas contento que unas castañuelas. Llegué a casa de tal Guisa que la tribu en pleno niños incluidos quería bajar al gimnasio a linchar al tío que no tenía ninguna culpa puesto que yo empecé la bronca, vamos a llamarlo así. Me costó convencerlos de lo contrario. El caso es que quitando que me duele todo el cuerpo estoy muy relajado y tranquilo hasta el punto de que cuando me vuelva a entrar la paranoia volveré al gimnasio a que me den otra ensalada de hostias que parece que me relajan y me sientan bien... Será que me estoy haciendo masoca o viejo y me imagino que debería estar en el sofá viendo la tele y echando barriga que ya voy para los sesenta y no peleándome con chavales mas ágiles, mas fuertes y mas inteligentes que yo... que creo que va a ser que no… Cuando uno se siente libre aunque lo aten o encierren seguirá siendo libre...
Bueno, me voy a comer arroz, que por lo menos los dientes no me duelen.