martes, 20 de julio de 2010

El entierro budista...

Ayer estuve en el entierro de la abuela de unos amigos en Bangkok, un entierro budista con mucho colorido muchas risas y muy pocas lágrimas por lo menos yo no vi en ese momento a nadie llorando… no sé en la intimidad lo harian supongo que sí, pero en el templo parecía más una fiesta que un entierro… bueno no un entierro porque al final del proceso quemaron el cuerpo. El caso que nada más llegar al templo nos dieron de comer y beber. Después todos los familiares se saludaron, algunos llevaban sin verse más de 20 años así que aprovecharon para ponerse al día. En un momento dado sacaron el ataúd que más parecía una joya puesto que estaba pintado de oro y todos los colores que os podáis imaginar. Me dijo el abuelo de mis amigos o sea el hermano de la difunta que si podía ayudar a trasportar el ataúd. En principio dije que no, que esas cosas no me gustan mucho. El abuelo se quedó muy desconcertado, no entendía que me negara. Este hombre solo habla thay, lo que os cuento entre la mímica y algunos gestos fue lo que yo entendí… cuando me negué, mis amigos que desde lejos se imaginaron, tal como después me dijeron, vinieron rápidamente a ayudarm:.me explicaron que si el abuelo me pidió eso que para mí era un honor y para la abuela muerta un entretenimiento porque en vida no tuvo ningún contacto ni su familia con un “falán” o sea con un extranjero y en su próxima reencarnación le gustaría verme. Ante este panorama no pude negarme, ni estoy seguro que el abuelo que lo conozco de otras veces, creo que me hubiera perdonado. Le dimos al ataúd tres vueltas alrededor del templo con todos los asistentes detrás, después dejamos el ataúd al lado de una especie de altar de piedra con muchas inscripciones y de allí a un horno crematorio. La familia más cercana empezó a tirar lo que yo creí que eran caramelos como en un bautizo de los nuestros… cogí uno y eran monedas envueltas en papeles de colores… después entramos en un templo más grande donde estaban una docena de monjes cantando sus letanías.

Uno de mis amigos habló con el que parecía el monje más importante y le comentó lo de mi viaje en bici a Malasia. Me llamó a su lado, me bendijo con unos cánticos y me hizo una cuerda con nudos y me la ató en la muñeca: eso parece que me protegerá en mi viaje me lo dejaré puesto; hace tres días en Satun cerca de la parte por la que voy a entrar en Malasia hubo un huracán que desbordó los ríos y se llevó un montón de casas no se saben los muertos ni desaparecidos, las autoridades siempre ocultan estas cosas.

Dentro de dos días salgo en tren en esa dirección ya os contaré lo que vea.
Besos a todos y yo a seguir comiendo arroz.

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